La Avestruz y el Espejo del Alma.


 En la inmensidad de las llanuras africanas, vivía una avestruz llamada Amara. A pesar de su imponente tamaño y velocidad, Amara sentía una profunda vergüenza por no poder volar como las demás aves.

Cada vez que intentaba desplegar sus alas y elevarse, los otros animales la observaban, cuchucheaban entre ellos, algunos sonreían, otros dejaban reflejar en sus rostros la lastima que les causaba la pena que por ella sentían y ella, temiendo sus reacciones y juzgada por sus miradas, escondía su cabeza en la arena, aislándose del mundo.

Una noche, mientras Amara descansaba, tuvo un sueño vívido.
Se encontraba en un antiguo bosque donde se alzaba un majestuoso árbol, cuyas ramas sostenían espejos de diferentes formas y tamaños. Intrigada, se acercó a uno de los espejos y, al mirarse, no vio su reflejo habitual, sino imágenes de diversas culturas antiguas.

Primero, vio a un guerrero samurái japonés que, tras una amarga derrota, comprendía que la verdadera deshonra no residía en el fracaso, sino en no intentado. Luego, apareció un sabio griego que enseñaba que la vergüenza es una carga impuesta por la sociedad, y que la verdadera libertad se encuentra en la autocomprensión y la aceptación.
Finalmente, observó a una mujer, de trenzas blancas, originaria de América del sur que, al ser ridiculizada por sus creencias, su cultura, sus raíces, mantenía su dignidad, mostrándose orgullosa de ellas, compartiendo su saber que el valor de una persona no depende de la opinión ajena, sino más bien de la propia, de esa coherencia en pensar, sentir, actuar que nos alinea con la malla cósmica del universo.

Al despertar, Amara reflexionó sobre lo que había visto.
Comprendió que su vergüenza provenía de compararse con otros y de temer tanto el juicio externo.
Decidió que ya no escondería su cabeza en la arena, aunque fuese dificil de soportar, pero supo dentro suyo que los vientos solo cambian cuando aceptamos y actuamos.
Se centró en sus atributos, puso atención en sus virtudes y en lugar de lamentar no poder volar, celebraría sus propias habilidades: tales como su velocidad, su resistencia y su conexión con la tierra que tanto amaba.

Con el tiempo, los demás animales notaron el cambio en Aymara. Ya no evitaba sus miradas hostiles, dejó por completo su actitud cabizbaja, ensanchó su pecho y caminó con pasos firmes , mostrando sus talentos únicos.
Esos que Inspirados por su transformación y resiliencia lograron reflejar su verdadera esencia. Al ver esto muchos comenzaron a cuestionar sus propias inseguridades y a valorar sus singularidades.
Y así Amara se convirtió en la maestra de su tribu, sabiendo que ese desafío llamado vergüenza la empujó a descubrirse mostrando el camino hacia el único amor verdadero, el propio.

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Moraleja: La vergüenza es una barrera que nos imponemos, un espejo empañado limitando nuestro verdadero potencial. Al aceptarnos y valorarnos por quienes somos, aprendemos a amarnos como seres únicos que somos sin compararnos ni temer el juicio ajeno, encontramos al fin la libertad y la fuerza para vivir en plenitud.

Renacer en el viento.

En un antiguo bosque, donde los árboles hablaban entre sí y los vientos contaban historias del pasado, vivía un Halcón que, durante muchos días volaba sin rumbo. Solía recorrer los cielos sin detenerse, buscando respuesta que nunca llegaban. 

Se posaba en las ramas de un viejo Roble y pasaba horas observando el horizonte, sumido en sus pensamientos. 

Solía volar sin cesar - decía el Halcón-, solía lamentar mis decisiones, pensaba en mis alas, mis vuelos perdidos. Solía ver el sol ponerse y esperar que la noche me trajera respuestas. Pero nunca llegaban solo obtenía mas preguntas. 

El Roble, que había vivido ya muchos años, lo observaba en silencio.  En sus raíces guardaba siglos de sabiduría y a pesar de ello nunca, nunca había visto un ser tan perdido. 

Un día el Halcón se posó en una de sus ramas, cansado, derrotado por la abulia que lo consumía. 

- Porqué no encuentras paz joven Halcón?- le preguntó el Roble, con voz profunda. 

-Porque todo lo que hago parece en vano- respondió el Halcón - he mirado la vida de otros desde lo alto, he observado sus pasos y al final, todo sigue igual.  Mi vuelo parece no tener sentido.

El Roble observó con calma y acotó - la vida no siempre muestra sus frutos de inmediato. A veces nos hace volar en círculos, nos llena de dudas y agobio, pero todo tiene un propósito. Hermanito viento aunque no siempre lo veas, siempre empuja hacia adelante, aunque tú no te des cuenta que sucede. La vida te obliga a seguir, a mover las alas aunque creas que ya no tienes fuerzas. 

El Halcón, confundido, le respondió: - ¿pero cómo puedo seguir, si la vida me agota? ¿si solo me quedan los recuerdos, sombras del pasado y el vacío de no saber que hacer?

El Roble suspiró apaciblemente. 

- Nada te ganará, joven Halcón. El agobio y el hastío pueden intentar devorarte, pero la vida es como el viento, siempre regresa. Aunque a veces quieras rendirte y desaparecer, ella te empuja, te da un sacudón, te obliga a volar una vez más. Y en ese vuelo, encuentras lo que necesitas. La vida te da alas renovadas, te da permiso para salir del abismo y volver a alzar vuelo. 

El Halcón al escuchar estas palabras, se quedó pensativo. Pasaron días, semanas y mientras el sol caía y la luna ascendía, hermanito viento comenzó a soplar. El Halcón comenzó a sentir algo dentro de sí; una pequeña chispa que le devolvía la fuerza. Ya no esperaba que la noche le trajera respuestas, sino que comenzó a volar hacia la luz que emergía cada mañana. 

Un día al alba el Halcón se levantó en su vuelo y al sentir el viento acariciando sus plumas, comprendió aquello que el anciano Roble le había enseñado. No necesitaba hallar todas las respuestas; solo debía seguir adelante, volando, viviendo. Así, su agobio se desvaneció. y sus alas, renovadas, lo guiaron hacia nuevas alturas.   



Moraleja: La vida no siempre responde a nuestras dudas de inmediato, pero nunca deja de empujarnos a seguir. Ella sabe, que a veces, solo necesitamos aprender a volar de nuevo.



"MaízDigital: el alma detrás de las fábulas."

  En estas últimas décadas comencé a darme cuenta que muchas cosas que pude experimentar en el mundo inmaterial se iban disfumando.  La nuev...