11 de septiembre día del maestro en Argentina, mi país y desde este lugarcito “felicidades a tod@s.”
De aquí surgió el tema que quiero exponerles hoy.
La célebre consigna de “Todos somos alumnos, todos somos maestros.”
Uf
centenares de veces escuché este memorándum.
Lo
cierto es que si bien me sonaba muy pintoresca la explicación que sostenía esta
oración también me generaba cierta controversia.
Algo,
muy en el fondo, me hacía ruido.
Los
engranajes del conocimiento no se alineaban armónicos en este pensamiento.
Porque
enseñar confunde; mientras más lo analizo más aristas (como un vidrio
fragmentado) emergen.
¿A quiénes
debo enseñar?,¿ellos vendrán a mí? ¿debo salir a buscarlos? ¿hay que salir a golpear
puertas? ¿tengo que enseñar a todos? Y ¿cuándo? Y la lista es interminable.
Podría
seguir horas cuestionando… ¿existe alguien a quién no deba enseñar? ¿cómo me
daré cuenta? Sin mencionar los “cómo” … y
desde allí esto sigue y sigue.
Pero
hace unos días en una charla aprendí a donde posicionarme en este embrollo y
acepté que somos tiza.
La
tiza revela aquello que el maestro quiere dar a conocer. El alumno es quien
recibe ese conocimiento mientras que la tiza es el instrumento que lo revela. Es
la luz intermedia, el puente que conecta la energía creadora que se convierte
en materia.
Ser
tiza aliviana, nos aleja de la soberbia de creernos dueñ@s de la sabiduría y a
su vez de la imperfección del no saber.
Por el
contrario, me conecta con la tarea; humilde labor indispensable entre los
extremos del maestro y alumno.
Amo
ser puente, porque siento que esa es nuestra misión de tikun Olam (de
corrección al mundo) y ahora sí me cierran todas las dudas y certezas.
"Tod@s
somos tiza en manos del creador reflejando a su creación la luz Divina."